Mi superpoder es buscar durante horas una serie para dejarla en 10 minutos. Es inalcanzable el botón de «Play».
45 minutos revisando las reseñas de 7 tostadoras iguales. Mi carrito de compras en línea es un catálogo de oportunidades perdidas. Me leí la sinopsis de todas las películas de una plataforma solo para desplazarme sin rumbo por las redes sociales, demasiado cansado para comprometerme con una trama. Mi cerebro se había transformado en un comité de expertos enfrascado en discusiones interminables sin poder llegar a una votación. La felicidad ya no era la película ideal; era hallarla. Hasta que una noche lluviosa, el destino eligió por mí: el cursor se detuvo sobre una película que desconocía por completo y, mecánicamente, hice clic.
No era la mejor película del mundo. Pero a su favor, era la elegida. Al mirarla, no esperaba la siguiente escena, la siguiente elección. Solo miraba. Comprendí entonces: la parálisis no es miedo a equivocarse, es miedo a dejar de soñar con lo perfecto. El bienestar no es elegir lo mejor, sino aceptar lo elegido y cerrar en paz las otras casi infinitas puertas.
Decidir, elegir y aceptar.
No hay productos en el carrito.