Metamorfosis interna: El poder de resignificar mi depresión a través de Kafka
En el abismo de mi depresión, encontré en Kafka el espejo de mi propia metamorfosis.1
Recuerdo una etapa de mi vida donde la oscuridad parecía envolver cada rincón de mi existencia. Aunque era psicóloga, también era humana, y como cualquier persona, me vi sumergida en una profunda depresión. Cada día se desarrollaba bajo una constante sensación de insignificancia, como si fuera una hormiga aplastada por el peso del mundo. Mis pensamientos giraban en torno a la idea de no pertenecer, de no ser suficiente, de ser invisible en un mundo que avanzaba sin mí.
Fue en medio de esa lucha interna cuando mi terapeuta me sugirió leer La Metamorfosis de Franz Kafka. En un principio, la recomendación me pareció extraña. ¿Cómo un libro sobre un hombre que se transforma en un insecto gigante podría aliviar mi malestar? Sin embargo, mi terapeuta supo ver más allá de lo superficial. Al describir cómo me sentía insignificante, casi como una hormiga, él conectó mi metáfora con el personaje de Gregorio Samsa, quien un día despierta convertido en un insecto, ajeno a todo lo que una vez conoció, rechazado por su entorno.
En el abismo de mi depresión, encontré en Kafka el espejo de mi propia metamorfosis.
Recuerdo una etapa de mi vida donde la oscuridad parecía envolver cada rincón de mi existencia. Aunque era psicóloga, también era humana, y como cualquier persona, me vi sumergida en una profunda depresión. Cada día se desarrollaba bajo una constante sensación de insignificancia, como si fuera una hormiga aplastada por el peso del mundo. Mis pensamientos giraban en torno a la idea de no pertenecer, de no ser suficiente, de ser invisible en un mundo que avanzaba sin mí.
Fue en medio de esa lucha interna cuando mi terapeuta me sugirió leer La Metamorfosis de Franz Kafka. En un principio, la recomendación me pareció extraña. ¿Cómo un libro sobre un hombre que se transforma en un insecto gigante podría aliviar mi malestar? Sin embargo, mi terapeuta supo ver más allá de lo superficial. Al describir cómo me sentía insignificante, casi como una hormiga, él conectó mi metáfora con el personaje de Gregorio Samsa, quien un día despierta convertido en un insecto, ajeno a todo lo que una vez conoció, rechazado por su entorno.
Al leerlo, me vi reflejada en cada palabra, en cada página. La angustia de Gregorio, su sentimiento de ser una carga, su incapacidad para ser comprendido por quienes lo rodeaban… todo resonaba profundamente en mí. Gregorio no era solo un insecto; representaba la desesperación, el aislamiento y la alienación que también yo experimentaba. Su lucha por ser visto, por ser comprendido, era también la mía.
Sin embargo, a medida que avanzaba en la lectura, algo comenzó a cambiar en mi percepción. Dejé de ver a Gregorio únicamente como una víctima. Empecé a identificar su lucha interna, su resistencia ante una realidad que lo aplastaba. Aunque él nunca pudo escapar de su transformación física, su experiencia me llevó a cuestionar la mía: ¿Era yo realmente esa hormiga, pequeña e irrelevante, o estaba atravesando una metamorfosis emocional que aún no entendía del todo?
La biblioterapia, esa poderosa fusión entre el acto de leer y el acompañamiento terapéutico, me permitió ver mi dolor desde una perspectiva diferente. Al igual que Gregorio, yo no estaba condenada a permanecer atrapada en ese estado de sufrimiento. Mi depresión, aunque profunda y dolorosa, no era una sentencia definitiva; era una etapa, un proceso de cambio.
A través de este proceso de resignificación, aprendí a abrazar mi vulnerabilidad como parte fundamental de mi humanidad, no como una debilidad. Al igual que Gregorio, yo también estaba viviendo mi propia metamorfosis, pero a diferencia de él, tenía la capacidad de decidir cómo enfrentaría mi transformación. Esa fue mi liberación: comprender que mi evolución emocional estaba en mis manos, y que cada paso, aunque incierto, me llevaba hacia una nueva versión de mí misma.
- Vélez, M. D., 2024. ↩︎